miércoles, 23 de enero de 2013

¿Que te pongo?


Lo bueno de las grandes ciudades como Barcelona es lo imprevisibles que resultan ser, siempre sabes como empiezas un día, pero nunca como lo acabarás. Yo me encontraba paseando por las tiendas aquel viernes por la tarde y acabe viendo un espectáculo del jazz más travesti.

El teatro, es una de las opciones más desapercibidas para los veinte añeros que cobra mucha más importancia a partir de los treinta, se vuelve en una opción casi exquisita para una noche de fin de semana, y un buen amigo mío me compro una entrada para ver con el un espectáculo del cual yo desconocía totalmente excepto el nombre: ¿Qué te pongo?

Solo llegar en aquel pequeño teatro la perspectiva que tenia me daba para contemplar especies humanas que poco se divisan por las pequeñas urbes de donde yo vivo, era la estrena del espectáculo, y entre la gente pude ver hombres perfectamente entrajados que lucían tacones de vértigo, chicos enfundados con pieles claramente sintéticas (aunque quisieran demostrar lo contrario), hombretones que parecían haber venido cabalgando a lomos de un caballo a lo “Pasión de Gavilanes”... la verdad, es que estaba claro que allí se actuaba, y mi amigo Jaime por lo visto era uno de los actores de reparto de aquella “obra teatral” alternativa, ya que se encontraba como pez en el agua saludando a todos y cada uno de los presentes. Jaime es uno de esos chicos que trabaja organizando grandes eventos de todo tipo, concienciado de que hay que ser más solidario en esta vida y que hay que ayudar al prójimo, pero si puede ser mientras se veranea en Louis Vuitton mejor, y a lo que me pregunto: ¿tienes ganas de ver Que te pongo?, ante mi sorpresa y fascinación de ver aquel panorama mi inconsciente me jugo una mala pasada y respondí –Un gintónic doble por favor- solo me quede con lo último de la pregunta.

Me presento a varias personas, entre ellas Fernando, un chico gay ( como diría Buzz Lightyear: hasta el infinito y más allá) al que solo me faltaron 3 minutos para darme cuenta que aunque luciera una sonrisa de oreja a oreja y se las diera de muy buen amig@ de los artistas, era claramente la “estrella” frustrada que jamás logro llevar a cavo un espectáculo en un teatro, y aunque el me repitiera lo de “me alegro mucho por ellos” sus manos a punto de ensangrentar sujetando a presión sus guantes de piel (sintética también, no es que los gays seamos falsos, si no que somos muy respetuosos con los animales), le delataron, así que le di dos besos, o dos “pus pus” como hizo el, e intente buscar mi asiento, no sin antes que Jaime me presentara a la fantástica María, palabra (la de fantástica) que se vino a bajo solo cuando esta abrió la boca, estaba claro que si en aquella sala había la mínima posibilidad de beberse un gintónic debería ser extraído del cuerpo de María, ya que su aliento daba a entender que había terminado con todas las existencias de alcohol de todo el teatro, y de toda la calle Muntaner diría yo..

Y todavía sin saber muy bien que iba a ver... las luces se apagaron y empezó la función.

¿Qué te pongo? Resulto ser un “espectáculo musical” donde principalmente dos travestis hacen un repaso de cómo va el país, recortes, crisis, política... vamos, nada que no sepamos, y que después de aquel pre-show vivido no me pareció tan descabellado, aunque con el humor tan ácido que lo trataron, en más de un momento me hicieron caer alguna lágrima de la risa.

Y para terminar ¿Qué te pongo? Ahora si, un gintónic por favor.

Lu.

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