sábado, 26 de noviembre de 2011

La puta y la musa (parte2 )


Como en la película de la Bella y la Bestia, después de terminar la cena que nos ofrecieron (dejando siempre algo en el plato por una cortesía que jamás he llegado ha entender) me sacaron a la pista de baile... aunque en esta versión no sonaba ninguna canción que me hiciera suspirar, y mucho menos me hablaba el corazón, pero seguía bajo el punto de mira del artista...

Al terminar todo el bodorrio, y tras varios susurros y un beso fruto del alcohol, decidí irme a dormir con el, ya que me había regalado el oído toda la noche, me pareció algo injusto que todos ya me hubieran visto desnudo antes menos el.

Fuimos a su casa, y tan solo entrar me di cuenta de que allí se respiraba lujo, cuadros por todas partes, lamparas inmensas, figuras de swarovski... entre tanto mover la cabeza de lado a lado embobado mirando aquel palacio y con lo que había bebido, me entraron unas ganas terribles de vomitar, pero me pareció que en aquel "reino" no estaría muy bien visto hacer semejante acción, así que me dedique a buscar a Ivan que aprovecho mi despiste para desaparecer.

Tras registrar toda la planta baja subí al piso de arriba donde había una habitación enorme con las puertas del balcón abiertas, me asome, ya bajo las luz de luna le vi, estaba con la camisa abierta dejándola ondear por el suave brisa que corría... y con una sonrisa y una rosa, me acerco su mano haciendo un gesto para que me acercara a el... ante aquella cursilada mis ganas de vomitar se hicieron más patentes...

Tras aquella tórrida y cursi noche, las citas con Ivan fueron más continuadas con cenas en lujosos restaurantes, inauguraciones de grandes exposiciones, y fiestas con gente importante y con buenos trajes, cada cita era para mi como un desfile particular de grandes firmas, Donna Karan, Lydia Delgado, Toni Francesc, Arman Basi... mientras yo desfilaba con lo más rebajado del Zara, (cosa que también tiene su arte).

Aquella situación me provocaba una sensación agradable, pero a la vez descorcentante, estaba metiéndome en un mundo que no dominaba, y yo no era nada más que una marioneta que se movía a la merce de Ivan, y lo más curioso de todo, es que ivan pasando los meses, iva asistiendo a mas exposiciones de artes, iva conociendo sus proyectos, y en muchos de ellos me hacia partícipe de ellos sin que yo tuviera idea de arte como si fuera su inspiración, y más que aquella noche en la que nos conocimos, jamás volvió a ponerme la mano encima, jamás volvió a repetirse un beso, jamás volví a verle desnudo, no entendía nada.

Tras pasar cinco meses repitiéndose la historia, llego la Navidad, y con ella, ésta musa dejo de ejercer como tal para cogerse vacaciones, sin que jamás volviera a saber sobre el Artista, ni ha volver a inspirar...

Lu.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

La puta y la musa (parte 1)


La vida, muchas veces te presta a situaciones que difícilmente nos podríamos imaginar, pero por inimaginables que parezcan, pasan, y una de ellas por ejemplo es asistir a la boda de tu ex…

Llegue al lugar citado del evento algo ruborizado por el papel (que sin querer) me había tocado representar en aquella boda, el de el ex de uno de los dos protagonistas que se casaban, y a la vez algo preocupado por le que pudieran pensar los demás de mi, de siempre se es sabido que las comparaciones son odiosas, y si además es con alguien que tienes delante, todavía más.

Poco a poco fue pasando la velada, una boda con tintes melancólicos, pero que no paso de ser un simple carnaval elite, gente con buenos trajes sonriendo a los nuevos emparejados e incapaces de mirar de reojo sin disimular a la mesa donde yo estaba, los “normales”, peluqueros, camareras, streapers… (y éste último, por lo visto era yo) y es que en un ataque de esplendor por mi parte y de algo de celos, no se me ocurrió otra cosa que presentarme por sorpresa dos días antes de la boda a la despedida de mi ex para “regalarle” un streaptease, haciéndole memoria (más que nunca) de todo lo bueno que dejaba ataras, pero… la sorpresa me la lleve yo cuando enfundado con mis pantalones de cuero en ese traje de policía malo, me di cuenta que la despedida era conjunta…

Al entrar en el local donde se celebraba la fiesta y ver el panorama, me quede más que avergonzado… interpretando a la peor Bridget Jones de la historia, y bajo la mirada, el silencio de todos y soltado la frase más cursi que nunca he dicho “quien se ha portado mal esta noche” decidí robarle el Martini de la marica que tenia al lado para bebérmelo de golpe y dar comienzo al show.

Empezó a sonar la canción “Aprendiz” de Malú, una canción que me pareció divertida haciendo un guiño a lo que fue nuestra relación, aunque ésta vez la canción me sonaba como a la peor marcha fúnebre de la historia, y dándole las infinitas gracias a las gafas de sol que llevaba puestas y que me impedían ver con claridad, empecé a desnudarme y a conocer al futuro marido de mi ex.

Aquella anécdota fue la comidilla de la boda. Ya no era solo el ex, si no que además era el ex que se desnudaba en público, me sentía como un prostituto descubierto ahogando su vergüenza con el cava, hasta que se acerco Iván, un reconocido artista (pintor y escultor) que naturalmente saco el tema de la despedida, pero como no podía ser de otra manera, con mucho arte. Lejos de hacer cualquier comentario bochornoso sobre el tema, me dijo: No sabes como lamento haber llegado tarde a la despedida de los novios, veo que realmente me perdí lo mejor de la noche.
En cualquier otra situación esto me habría parecido una forma cursi y barata de querer ligar conmigo, pero en ese momento aquellas palabras supieron sacarme una sonrisa y darme una bocanada de aire fresco…

Tras terminar todo el convite, y habiendo tenido al pintor coqueteándome gran parte de la cena, pensé que quizás la velada no terminaba de estar tan mal, aunque aun no tenia claro si después de todo lo que estaba pasando...
¿como sería mi entrada en la discoteca?, ¿como Puta? ¿o como Musa?

Lu.


viernes, 4 de noviembre de 2011

Damiselas en apuros


Y el príncipe encantador derroto al malvado dragón y rescató a la damisela en apuros encerrada en la más alta torre del castillo… así suelen transcurrir muchos cuentos. Historias que suelen repetirse dando a entender que todos los varones son grandes héroes y ellas unas pobres damas en apuros.

En el siglo XXI las damiselas en apuros han dejado de ser un personaje de ficción para convertirse en personajes reales adoptando una forma y rol diferentes al de los cuentos, a día de hoy dejan de ser pobres damas, para convertirse en una clase de personas malvadas (hombres y mujeres) con la única intención de dar pena a los demás para conseguir sus objetivos.

Las damiselas en apuros de hoy, las podemos encontrar en muchos sitios, en el trabajo: la que interpreta este papel para dar pena y compasión a sus compañeros y librarse de tareas duras. En las aulas: las que son capaces de poner ojos llorosos para que el profesor le tenga piedad a la hora de puntuar sus notas, y en nuestros círculos de amistad: que son aquellas a las que todos nos afrontamos con más o menos asiduidad…

Éstas últimas, son una especie que lejos de ponerse en peligro de extinción como muchas otras, parece que va procreando a un ritmo muy rápido y que además, con el paso de los años van evolucionando y creando nuevas técnicas que las hacen ser más imperceptibles a ojos de los demás, capaces de crear mal ambiente entre amigos y siempre ellas quedando al margen del conflicto y con el veredicto final de inocentes.

Enfrentarse a una damisela en apuros no me ha sido nunca agradable, más bien difícil, y no por no tener el vestuario y equipo adecuado, si no porque siempre han buscado el conflicto cuando hay más gente de por medio para poder sembrar la duda ante los demás, (jamás se enfrentan a solas con sus adversarios) no obstante, no puedo negar el sentir rechazo y también admiración por ellas, ya que la mayoría de veces siempre suelen conseguir que su papel sea aceptablemente creíble.

Con la experiencia que la vida me ha dado y con el hecho de haberme afrontado a varias de ellas durante tiempo, ahora, pasados los 30, detectar a una damisela en apuros me resulta más fácil, y aunque alguna que otra vez todavía sigo cayendo en sus redes, aquel sentimiento encontrado de rechazo y admiración solo se ha convertido en un sentimiento de pena, ahora me doy cuenta que realmente las damiselas en apuros no son más que eternas aspirantes a actrices de clase b, que su máxima aspiración en la vida es que algún día la academia de cine se acuerde de ellas para que las nominen a mejores actrices de reparto por sus penosas interpretaciones… ya que jamás llegan a ser actrices principales.

¿Son las damiselas en apuros realmente un problema para mundo? O quizás por el contrario… ¿somos el problema las personas que nos las creemos?

Lu.

martes, 18 de octubre de 2011

La crisis de esplendor

Crisis, la palabra más de moda actualmente, las hay de muchos tipos, la económica (como no), de personalidad, existencial, la de las 2 semanas que es las más recientemente descubierta por mi, y la de los 40.

La verdad es que estoy un poco harto de escuchar gente que sufre la crisis de los 40 o amistades que temen que llegue tal día, cuando creo que realmente el momento más ajetreado y duro de la vida es  la década de los 30.

Según la Elsa Punset (Hija de Eduardo Punset) asegura que los 30 es una etapa de transición en la vida hasta llegar a la felicidad que son los 40.
Durante los 30 las personas nos afrontamos a más responsabilidades, a cambios emocionales mucho más potentes para bien y para mal, empiezas a asentar tu vida, afrontar perdidas de familiares, y la gente como yo también a afrontar la perdida de pelo… cosa que también resulta bastante duro.

De ser los 40 tan traumáticos ¿Por qué en la televisión y revistas no paran de bombardear nos con celebrities que están triunfando y están mejor que nunca pasados los 40?.

Marta Sánchez, Miguel Bosé, Jennifer López, Geroge Clooney… ¿alguna de estas personas habrá pactado con el diablo? Con mucho más de 40 siguen siendo personas que parecen renacer de la nada cuando menos te lo esperas consiguiendo gran éxito y cada vez más esplendidos, y que decir de las tops models, Cindy Crawfor, Claudia Chiffer, Elle McPherson, Judit Mascó… diosas de los noventa y dos décadas más tardes siguen siendo iconos de belleza rozando alguna de ellas ya los 50 y sin que ninguna veinte añera les haga sombra.

La vida y la sociedad parece empeñada en hacernos seguir un mismo patrón a todos, y no solo en los físico, si no también en lo emocional, con lo que a los 40 parece que te obliguen a tener una crisis, pero está claro que todo cambia, y que la crisis de los 40 se ha convertido des de mi punto de vista en una farsa.

Si creo que los 30 es una versión mejorada de los 20… ¿serán los 40 la plenitud del esplendor de la vida?


Lu.

miércoles, 10 de agosto de 2011

El circo de la vida

Las personas jóvenes que viven en localidades costeras y turísticas siempre desean que llegue el verano para ver más moviendo por sus calles, más ajetreo, más variedad de ocio, más variedad de gente… y yo, como no, era uno de ellos.

Cansado de tener relaciones de una sola noche y desesperado por ver caras nuevas, una noche bastante calurosa de finales de Junio había salido a tomar una copa con mis amigos con la única intención de ver a los nuevos rostros veraniegos que se pasearían por nuestras playas durante el verano, y es que aun teniendo más de 30 la ingenuidad me hacia pensar que en cualquier momento se me cruzaría por delante alguien a lo Andrés Velencoso que me aria pasar un tórrido verano con un final en el que comer perdices, aunque en la realidad jamás esto me había pasado.

Fuimos a un local que estaba en pleno auge en aquel momento, que es lo hacía todo el mundo, y “todo el mundo” incluye que a veces te encuentres a gente a la que no te gustaría ver.
Entramos en la discoteca a lo que parecía una velada con clase y con mucha gente, con nuestras copas en las manos y nuestras bikkembergs en los pies, cada uno de nosotros fue paseándose por el local en busca de nuestro final con perdices, a lo que de golpe, escuche unos gritos cerca de la puerta de entrada.
Al acercarme a mirar que pasaba, vi que el portero estaba impidiéndole la entrada de malas maneras a un chico que iba borracho, que para mi sorpresa, era uno de los primeros chicos que tenia apuntado en mi “churri-agenda”

Michael era un chico ingles de treinta y largos años, atractivo, corpulento, y con un encanto que por lo visto también se lo bebió… aun me explico como entre tanta gente y en su estado logro verme de reojo y gritar mi nombre… ¡fue bochornoso! ¡Me sentía como el actor secundario de aquella película de clase b! Y mientras que el portero sujetando a Michael me miraba como pidiéndome sentencia para el, siendo yo por un momento el centro de atención de aquella escena, hice una negativa con la cabeza y sin más, me di media vuelta, sin querer saber nada más de el, y con mirada baja me retire del escenario bebiéndome de un tirón mi copa mientras Michael desaparecía de la discoteca, y de mi agenda.

Tras mi pequeña interpretación y con mi bochorno plausiblemente disimulado fui a pedirme otra copa, cuando de camino a la barra tropecé con Marcos.
Marcos de 30 años, estaba entre los 10 primeros puestos de mi “churri-agenda” aunque fue bajando puestos rápidamente por lo ordinario que resultaba ser hablando y en la cama, pero allí no solo fue correcto, sino que además fue muy educado…, no abrió la boca para nada, sólo bajo una mirada justiciera pidiéndome piedad y silencio, me hizo un gesto con la mano dejándome paso a mi primero para pedir en la barra… Marcos estaba acompañado de su novio…
Una simple sonrisa y un gesto adorable con la cabeza por mi parte fue suficiente para deshacerme de el, y un poco de tipex para borrarlo de la agenda.

Buscando a mis amigos y con algo más de alcohol en el cuerpo de lo recomendado, sin querer tropecé y le tire la cartera a un chico que tenia justo al lado, y tras agacharme para ayudarle a recoger las cosas, levante la vista para disculparme cuando me di cuenta que era Carlos, un chico de 28 años al que había conocido por Internet y que desde hacia meses me insistía para volver quedar, fue cuando se me escapo una sonrisa y pensé que aquella noche quizás no terminaría tan mal.
Tras un breve cruce de palabras ambos asombrados y yo con su DNI en la mano no pude evitar echar una ojeada a la fecha de nacimiento, y… Nacido en 1992, ¡¡tenia solo 19 años!! ¿Por qué me había mentido…? Basto un simple bostezo para excusar mi cansancio y desaparecer de aquel lugar.

Mientras me iba de allí andando por la calle sin haber avisado a mis amigos, no pude evitar en pensar en todo lo que paso aquella noche, había visto pasar por delante mi vida sexual, y era horrible, no había ningún Velencoso.
Aquella noche fue como una representación circense en la que yo era el único espectador, y cada vez que cerraba los ojos escuchaba una música teatral con un domador anunciando el show:
-¡Pasen y vean! Michael, el único hombre capaz de enfrentarse a grandes fieras
- Marcos, ¡el hombre de las dos caras!
-Carlos, ¡el increíble encantador de serpientes!

Por lo visto, en aquel circo de la vida yo no sabia comprar las entradas para ver el espectáculo adecuado…


Lu.

lunes, 18 de julio de 2011

Por la gracia de Dior

Recuerdo en un capitulo de  “Sex and the city” como Sara Jessica Parker hacía referencia a que no hay nada peor en Nueva York que ser soltero a los 30, y aunque yo no viva en la gran manzana creo que en cierta manera tenia razón, aunque no solo es en Nueva York, si no en el resto del mundo.

No hace falta vivir en una gran ciudad para que uno se sienta un poco Sara Jessica Parker. Viviendo en un pueblo la reflexión de ella, cobra mucha más intensidad.

Pasado los 30 y sin relación estable alguna uno siempre es el foco fácil de las críticas de los demás, señalado con el dedo o incluso víctima de algún comentario fuera de lugar, y si además eres gay, estás muerto.

Arto de todo esto y para ahorrarme explicaciones de el por que de mi soltería, en la última boda que me invitaron fui acompañado de una buena amiga.
Elisabeth era de esas chicas políticamente incorrectas que muchas quisieran ser pero que no se atrevían a serlo. Directa, espontánea, extrovertida, seductora, explosiva… y casada, aunque este último dato me asegure de que permaneciera guardado bajo llave.

Bajamos del coche para dirigirnos a la Iglesia donde se celebraba el acontecimiento, yo con un traje negro y una camisa Prada negra con detalles en color rosa chicle que conjuntaba a la perfección con el fabuloso vestido de Dior de palabra de honor que lucia Elisabeth. Tras bajar del coche y con todos los invitados dentro de la Iglesia (ya que llegábamos algo tarde para darle más clase a nuestra entrada) fue abrir la puerta e inmediata mente todas las miradas fueron dirigiéndose hacia nosotros progresivamente, y todas aquellas personas que siempre me habían juzgado y mirado bajo unos ojos de “el soltero”, empezaron a dibujar una sonrisa en sus caras.
Tras el enlace fueron muchos los que se me acercaron para darme conversión y para presentarse a la que ya dieron por sentado que era mi novia. Ellos no paraban de comentarme la exuberancia de Elisabeth, y ellas no pararon de adorar su Dior, era increíble ver como únicamente por entrar acompañado cogido de la mano de una chica la gente podía cambiar su visión de mi, y sin más, en aquel momento deje de ser para muchos el soltero de Lu, para convertirme en el afortunado de Lu.

Hasta aquel entonces siempre había odiado las bodas familiares, me parecían cursis, tradicionales, poco divertidas y sobretodo muy largas… Pero aquella no, ¡estaba fascinado ante tal protagonismo!, y en el segundo plato, en el momento más álgido de embriaguez, el cuento termino…

Apareció Teresa, una mujer que por lo visto juntamente conmigo era la única persona que conocía el secreto de mi amiga, y que al contrario que yo, ella se encargo (muy sutil mente eso si) de difundirlo entre todos los asistentes al acontecimiento… y así fue como poco a poco todos descubrieron que mi compañía, era una tren tañerá casada.

Como en el cuento de Cenicienta a medida que iban pasando las horas tenia más ganas de desaparecer de aquel sitio, estaba viendo como aquel maravilloso mundo creado de la nada se deshacía a marchas forzadas… las sonrisas que antes me brindaban se convertían en muecas desagradables y el Dior adorado, en un vestido de fulana.

La sociedad nos prepara para nacer, crecer, aparejarte, y morir dejando tu legado a tus hijos y pareja, pero… ¿Qué pasa cuando uno no cumple con ninguna de estas reglas?, ¿Dejas de ser un ciudadano ejemplar para el mundo?


Lu.

viernes, 1 de julio de 2011

¡Rápido, rápido!

Aquella tarde de domingo primaveral la decidí pasar en casa de unos amigos, viendo la tele, comiendo palomitas y jugando con la consola (cosa a la cual jamás logre aficionarme antes de los 30) hasta que mi teléfono sonó un mensaje por Internet… ahí estaba, Owen, un chico al que había conocido unos meses atrás y con el que en las últimas salidas nocturnas con mis amigos había coincidido bastante.

Alto y… diferente, no le podría calificar de otra manera y con un “algo” que me atraía mucho. El mensaje que me mandó era corto y conciso, -¿Quieres venir a mi casa a verme?- , lo que traducido al diccionario gay-español significaba sexo.

Por la cercanía de su casa y las ganas de verle acepte ir rápidamente, y una vez más, el diccionario tenia razón.

Tras el encuentro, con mi sorpresa por la velocidad con la que consiguió satisfacerse... empezamos ha hablar. Tras un rato de charla, más tarde empecé a conocer una faceta que poco me gustaba de Owen, todo aquel “algo” que me atraía de el se empezaba a evaporar a un ritmo vertiginoso a medida que íbamos hablando… cuando me hizo preguntas como cuanto ganaba al mes, al decirme que tenia 22 años (9 menos que yo), y sobretodo cuando me dijo que hacia tiempo había tenido unos encuentros con uno de mis mejores amigos con los que me había visto salir alguna noche…

Me quede sorprendido… aquello fue un jarro de agua fría que no esperaba, (y con la poca frondosidad de pelo que tenia, esa imagen de mi mismo me horrorizaba) sobretodo porque durante las salidas noctúras con mis amigos y que habíamos coincidido con Owen jamás mi amigo me comento nada, al contrario, me daba cuerda y me seguía el rollo cada vez que hacia algún comentario sobre Owen…

Nos lo contábamos todo desde hacia 10 años que nos conocíamos… ¿O solo lo hacia yo?, No entendía el porque no me dijo nada, ¿Era justo que no me contara tal acontecimiento?, al fin y al cavo ya no éramos niños de 18 años… o por el contrario ¿tenia yo motivos yo para enfadarme?

Pasado el tiempo sin haber sacado el tema y con mi “enfado” ya muy calmado, decidí hablarlo con el. Le dije que tuve un encuentro con Owen y lo mucho que me sorprendió que no me dijera nada al respecto de lo suyo con el, y que no entendía su actitud de darme cuerda cada vez que encontrábamos a Owen, sentía como si hubiera estado jugando conmigo… pero el juego no hizo nada más que empezar…

A los 20, defines como amigos a cualquiera que comparte una copa contigo o pasas un buen rato con el con la capacidad de cambiarlos con la misma facilidad con la que el aire cambia de dirección. 
A los 30, la amistad pasa a ser un pequeño circulo de personas con las que lo compartes todo menos el sexo, y cuando una de estas personas con la que llevas más de 10 años te responde:
- No te tengo que darte explicaciones de nada
O algo como:
-         Si te molesta algo de lo que hago no me hables más, no estamos obligados a ser amigos...
Es entonces cuando uno se queda totalmente desubicado y pensando, “Ojalá tuviera 20 años para pasar pagina sin que esto me afectara lo más mínimo…”

No se en cualquier caso si las disculpas esperadas por mi parte eran lo más adecuado o lo correcto, pero lo que tengo muy claro es que esas no eran las respuestas que esperaba de un amigo pasado ya los 30


Internet, los coches, las eyaculaciones precoces... ¿Vivimos en una sociedad en la que todo va tan rápido, que  incluso las relaciones personales más perennes tienen fecha de caducidad asegurada?


Lu.


lunes, 20 de junio de 2011

Reinas de la Noche

Cuando uno se encuentra sin saber que hacer un sábado por la noche, un recurso fácil es llamar a algún amigo para quedar, en mi caso tenía tres opciones.

Nuestra forma de conocernos fue muy diferente con cada uno de ellos, pero falto poco tiempo para entendernos casi a la perfección, se podría decir que fue una "amistad a primera vista", hasta el punto que casi convertimos en una obligación el salir juntos cada fin de semana.

A finales de los 90 y principios del 2000, solíamos frecuentar un bar de ambiente situado cerca de la playa de Salou donde no parábamos de reíros de todo… y de todos. Nos llamaban los "Ángeles de Charlie", y para aquel entonces nos habíamos convertido en unos "personajes" muy conocidos por la noche de Tarragona.

Con poco más de 20 años los 4 pisábamos el suelo de cualquier discoteca con más seguridad que nadie enfundados con nuestros fantásticos Custo, Armand Basi, o un Zara lucido como nadie. Desprendíamos clase, simpatía, carisma, y muchas envidias de las que muchas veces no éramos consiente.

Una década más tarde toda aquella visión maravillosa del pasado la podido he observar desde otra perspectiva, cuando casi  6 años más tarde he vuelto a aquel local donde me encontré a "viejas glorias" conocidas.

Charlando con varios de ellos sobre aquellos tiempos, no se pudieron contener el echarnos en cara que nuestra actitud no fue la más correcta...:
-          Siempre se os veía a los 4 juntos como cuchicheabais de los demás
-          Si, entrabais por la puerta con esos aires de prepotencia
-          Erais muy selectos

Tal y como vi que iban saliendo aquellas palabras de la boca de cada uno de ellos, sentía como me iban abofeteando en la cara, y lo peor de todo, dejándome marca.

Me parecía del todo inadecuado aquellos comentarios dirigidos a nosotros, sobretodo cuando detrás de los Custo, los Arman Basi, o los Zaras lucidos como nadie, también había 4 jóvenes que empezaron a trabajar muy temprano y que desde hacia tiempo no dependían de sus familias… ¿debíamos sentirnos mal por tener éxito?, ¿debíamos sentirnos mal por tener mucho autoestima?, ¿debíamos sentirnos mal por vivir al margen de las opiniones de los demás?, ¿éramos unas reinas de la noche…? por lo visto... ¡SI!

Con los 30 en la espalda te das cuenta de que ha veces da igual lo que uno haga o diga, o se esfuerce en hacer las cosas bien, si te quieren criticar siempre lo harán, además, ¿a cuantos no les gustaría que la generación de ahora de vente añeros fueran algo más responsables?, ¿los vente añeros ahora, no son más superficiales que antes y con menos meritos que nosotros?

Tras darle varias vueltas a tema creo que nuestra actitud de los veinte era la que tocaba en aquel entonces por lo que éramos y lo que vivíamos, así que las marcas de las bofetadas verbales que recibí aquella noche, decidí curarlas dándole al "play", y poniendo a todo volumen el "Vogue" de Madona intentado recrear esa coreografía imposible al mismo tiempo esbozaba una sonrisa de oreja a oreja, dejando atrás aquellas noches inolvidables para dejar paso a las nuevas reinonas vente añeras.

Lu.


jueves, 16 de junio de 2011

Veinti y tantos

Todo vente añero teme el día que pase de década y empiece a vivir una vida en la que empiece por 3... y es que la sociedad no nos prepara para tal cambio.

Hay pastillas para el mareo, para que no te suba el colesterol, para la ansiedad, o incluso para que te crezcan las uñas y el pelo, pero ninguna que te prepare para cumplir los 30.

Y no es para desanimar a aquellos que estén a punto de hacerlo pero la verdad es que el cambio no es fácil.

Yo recuerdo a los veinti y tantos que mi vida apenas tenia ninguna preocupación, excepto que combinación de ropa me pondría para salir el sábado siguiente, tenia de todo, coche, un buen trabajo, sexo, buenas amistades, unas nalgas duras como piedras... y al casi cumplir los 30... mi vida se derrumbo.

Sin querer me afronté a nuevas y más responsabilidades, trabajos más serios, hipoteca, perdida de pelo, y para colmo, en la agencia de modelos donde solía hacer bastantes trabajos publicitarios, pasan a darme papeles en el que tengo que interpretar a un hombre con su mujer apunto de ir a la ópera, o conduciendo un coche con su mujer y los niños, leyendo el periódico junto a una chimenea con un perro acostado en sus pies... ¿donde quedo el chico que salia de fiesta para promocionar cerveza?, ¿ya no puedo pasearme en bañador por le borde de una piscina luciendo un fantástico bronceado?, ¿ya no volveré a beber sunny...?. ¡Me convirtieron en un hombre en un abrir y cerrar de ojos! realmente ¿es necesario que sea tan drástico el cambio de los 20 a los 30?

La sociedad es cruel, y muchas veces no te deja convertirte en quien quieres ser tu, si no que te convierte en lo que deberías de ser, y te marca a seguir unas pautas, una moda, un estilo..., una década...

Ahora, habiendo dejado los veinti y tantos atrás hace algún tiempo, me parece bastante absurdo todos aquellos miedos a los que me afrontaba, tener 30 no esta nada mal, yo me siento mejor que nunca, muy contento y orgulloso de ser treintañero y sin ningunas ganas de echar el tiempo atrás.

Disfruto más del sexo (aunque no tan a menudo), siento más interés por la vida, por las cosas y por mis amistades (aunque éstas se han reducido considerablemente).
Lo único que echo de menos de los veinti y tantos... es la frondosidad de mi pelo y la compasión de alguien que me sujete cuando me emborracho y vomito en la taza del bater.

¿Son los 30 una versión comprimida y mejorada de los 20?


Lu.

visitas