La vida, muchas veces te presta a
situaciones que difícilmente nos podríamos imaginar, pero por
inimaginables que parezcan, pasan, y una de ellas por ejemplo es
asistir a la boda de tu ex…
Llegue al lugar citado del evento algo
ruborizado por el papel (que sin querer) me había tocado representar
en aquella boda, el de el ex de uno de los dos protagonistas que se
casaban, y a la vez algo preocupado por le que pudieran pensar los
demás de mi, de siempre se es sabido que las comparaciones son
odiosas, y si además es con alguien que tienes delante, todavía
más.
Poco a poco fue pasando la velada, una
boda con tintes melancólicos, pero que no paso de ser un simple
carnaval elite, gente con buenos trajes sonriendo a los nuevos
emparejados e incapaces de mirar de reojo sin disimular a la mesa
donde yo estaba, los “normales”, peluqueros, camareras,
streapers… (y éste último, por lo visto era yo) y es que en un
ataque de esplendor por mi parte y de algo de celos, no se me ocurrió
otra cosa que presentarme por sorpresa dos días antes de la boda a
la despedida de mi ex para “regalarle” un streaptease, haciéndole
memoria (más que nunca) de todo lo bueno que dejaba ataras, pero…
la sorpresa me la lleve yo cuando enfundado con mis pantalones de
cuero en ese traje de policía malo, me di cuenta que la despedida
era conjunta…
Al entrar en el local donde se
celebraba la fiesta y ver el panorama, me quede más que avergonzado…
interpretando a la peor Bridget Jones de la historia, y bajo la
mirada, el silencio de todos y soltado la frase más cursi que nunca
he dicho “quien se ha portado mal esta noche” decidí robarle el Martini de la marica que tenia al lado para bebérmelo de golpe y dar comienzo al show.
Empezó a sonar la canción “Aprendiz” de Malú, una canción que me pareció divertida
haciendo un guiño a lo que fue nuestra relación, aunque ésta vez
la canción me sonaba como a la peor marcha fúnebre de la historia, y dándole las
infinitas gracias a las gafas de sol que llevaba puestas y que me
impedían ver con claridad, empecé a desnudarme y a conocer al
futuro marido de mi ex.
Aquella anécdota fue la comidilla de
la boda. Ya no era solo el ex, si no que además era el ex que se
desnudaba en público, me sentía como un prostituto descubierto ahogando su
vergüenza con el cava, hasta que se acerco Iván, un reconocido
artista (pintor y escultor) que naturalmente saco el tema de la
despedida, pero como no podía ser de otra manera, con mucho arte.
Lejos de hacer cualquier comentario bochornoso sobre el tema, me
dijo: No sabes como lamento haber llegado tarde a la despedida de los
novios, veo que realmente me perdí lo mejor de la noche.
En cualquier otra situación esto me
habría parecido una forma cursi y barata de querer ligar conmigo, pero en
ese momento aquellas palabras supieron sacarme una sonrisa y darme
una bocanada de aire fresco…
Tras terminar todo el convite, y
habiendo tenido al pintor coqueteándome gran parte de la cena, pensé que
quizás la velada no terminaba de estar tan mal, aunque aun no tenia
claro si después de todo lo que estaba pasando...
¿como sería mi entrada en la discoteca?, ¿como Puta? ¿o como Musa?
¿como sería mi entrada en la discoteca?, ¿como Puta? ¿o como Musa?
Lu.
Que lo cuente todo... jajaja! Volem la II part ja!
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